De esto puedo hablar con conocimiento de causa porque lo tengo al lado de casa y se ha convertido en un fenómeno de masas en pocos años. Más de 100.000 personas al año se gastan 25 euros por barba a cambio de pasárselo como los indios durante unas horas en uno de los ríos más míticos de España.
En este río pescaba salmones mi padre y por el comenzaron a bajar las piraguas ya antes de los años 40, que entonces eran embarcaciones novedosas en la zona. Con los años la aventura de unos amiguetes se convirtió en una enorme concentración de gente cada primer sábado de agosto, dándose cita los jóvenes ávidos de movida de todo el norte en torno a una prueba deportiva muy popular, la que une las poblaciones de Arriondas y Ribadesella.
Hace unos años a alguien se le ocurrió que sería ideal que cualquiera pudiera emular a los deportistas de élite y para eso el principal inconveniente era la propia piragua, ya que es muy difícil que no vuelque si está en manos inexpertas. Lo que había que cambiar era la piragua por una canoa que no volcara ni se hundiera por torpe que fuera el piloto. Y así se hizo. Las empresas que ofrecen ese servicio a los viajeros han proliferado y los turistas que visitan Asturias enseguida se animan a vivir la aventura en primera persona.
En un principio no estaba dispuesto a probar, ya que nado fatal, pero me convencieron y ya he hecho el descenso dos veces; seguro que repito. Con los chalecos no hay problemas y además la embarcación es muy estable. Uno se lo pasa genial aunque hay días que casi puedes ir saltando de canoa en canoa de origen a destino sin pisar el agua. Te dan picnic para comer en ruta y hay hasta chiringuitos para tomar algo a medio camino. Las empresas te recogen a la llegada y te devuelven a Arriondas en autobús o furgonetas.
En este río pescaba salmones mi padre y por el comenzaron a bajar las piraguas ya antes de los años 40, que entonces eran embarcaciones novedosas en la zona. Con los años la aventura de unos amiguetes se convirtió en una enorme concentración de gente cada primer sábado de agosto, dándose cita los jóvenes ávidos de movida de todo el norte en torno a una prueba deportiva muy popular, la que une las poblaciones de Arriondas y Ribadesella.
Hace unos años a alguien se le ocurrió que sería ideal que cualquiera pudiera emular a los deportistas de élite y para eso el principal inconveniente era la propia piragua, ya que es muy difícil que no vuelque si está en manos inexpertas. Lo que había que cambiar era la piragua por una canoa que no volcara ni se hundiera por torpe que fuera el piloto. Y así se hizo. Las empresas que ofrecen ese servicio a los viajeros han proliferado y los turistas que visitan Asturias enseguida se animan a vivir la aventura en primera persona.
En un principio no estaba dispuesto a probar, ya que nado fatal, pero me convencieron y ya he hecho el descenso dos veces; seguro que repito. Con los chalecos no hay problemas y además la embarcación es muy estable. Uno se lo pasa genial aunque hay días que casi puedes ir saltando de canoa en canoa de origen a destino sin pisar el agua. Te dan picnic para comer en ruta y hay hasta chiringuitos para tomar algo a medio camino. Las empresas te recogen a la llegada y te devuelven a Arriondas en autobús o furgonetas.
Aquí van las direcciones de dos empresas en las que confío:
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